Curso de Conducción Segura de Motos - 1ª Parte
Hace unas semanas se me presentó la posibilidad de asistir a un curso de conducción segura de motocicletas. Se trataba de un curso gratuito, subvencionado por el Ayuntamiento de Madrid y su “Campaña Otoño Joven
Este curso se encuentra dirigido a usuarios de motocicleta que quieran
moverse de manera segura (no creo que haya nadie que no quiera algo así, yo
asistiría incluso a un curso para aprender a moverme de manera segura por mi
propia casa…). Resulta especialmente útil para gente como yo, que aprovechando
la convalidación del carné A1 teniendo el B, nos adentramos de sopetón en elmundo de las dos ruedas con poca experiencia y nula formación específica.
Así que con los requisitos a la orden y los trámites realizados, el pasado
16 de Noviembre asistí a un curso que ha ampliado mi mundo y experiencia sobre
dos ruedas.
Quiero dejar claro desde el principio que aquí voy a relatar mi experiencia
de aquel día, comentaré las lecciones que más me llamaron la atención y lo que
más relevante, según mi personal opinión, creo que debo compartir y difundir. No pretendo dar lecciones a nadie, pues
para eso están precisamente estos cursos, impartidos por auténticos profesionales, versados en la materia y con el culo
pelado de hacer kilómetros en su burra y de dar formación a todos los niveles.
No voy a dar más que consejos y advertencias, que cada uno luego haga lo que
crea más conveniente. Sólo decir que me fío más de lo que aprendí en este curso
y de lo que allí dijeron que de cualquier foro o artículo de wikipedia que
pueda encontrar.
Uno de los requisitos era disponer de moto propia con todo en regla y en
buen estado. Además se debe acudir equipado con la armadura completa de
Caballero del Zodíaco (casco, guantes, cazadora con sus coderas y hombreras,
botas que sujeten el tobillo y rodilleras). Afortunadamente, si no disponías de
alguno de estos elementos (recordemos que legalmente sólo el casco es
obligatorio), te lo podían proporcionar (yo fui con todos mis deberes hechos).
El contenido del curso se condensaba en una intensa jornada de 9 horas,
dividido en clases teóricas y prácticas en pista. Entre las “asignaturas”
encontramos las siguientes:
-
Seguridad
Vial en dos ruedas
-
Equipamiento
del motorista
-
Conducción
preventiva en ciudad
-
Técnicas de
frenada segura (con/sin ABS)
-
Aproximación
y trazado de curvas
-
Conducción
segura en carretera
El curso se iba a impartir en las instalaciones permanentes (pocas hay en
todo el país) de CSM – Escuela, en el Recinto Ferial del Distrito de Vicálvaro.
Se trata de unas instalaciones sencillas, pero que cumplen su función. Disponen
de una explanada asfaltada sobre la que se orquestan las distintas prácticas y
de una construcción aledaña donde se imparte la teoría.
Plataforma de prácticas |
La cita era a las 8:30 de la mañana del sábado, con un tiempo que en Madrid
denominan “frío”, pero en mi Burgos natal no catalogaríamos siquiera de “fresquito”.
Llegué pronto en previsión de ir con sobrado tiempo además de pararme en el
camino a comprobar las presiones de la moto. Tenían preparado un pequeño
piscolabis en forma de café y pastas que se agradecen para acabar de despertar,
calentar el cuerpo un poco y carburar la máquina más importante de la moto; el
conductor.
Aquí conocí a Silvia Alonso, una de las monitoras que impartiría parte del
curso. Con ella y los primeros alumnos en llegar íbamos rompiendo el hielo y
charlando un poco acerca de nuestra experiencia, lo que nos esperaba y lo que
esperábamos encontrar.
Una vez llegados y fichados los quince alumnos, pasamos al aula de teórica,
donde conocimos a Juan de Orduña; Director y fundador de CSM y de la revista gratuita Tu Moto. Juan se encargaría de la teórica del curso y de alguna de
las prácticas. Tras una introducción al curso y la presentación del resto de
monitores: Silvia Alonso, Pepe Berrocal y Daniel Espejo, entramos en materia,
comienza el espectáculo.
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La teórica transcurrió de manera totalmente amena y sin darte cuenta pasaban las horas |
Empezamos la teórica con una somera aproximación a las motocicletas, sus características y particularidades. Somero porque algo ya deberíamos saber, pues habíamos acudido en nuestras propias motos, pero hay que calentar.
Una cosa muy importante es elegir la moto apropiada para nuestra complexión
y estado físico, así como para el uso que se le va a dar. No tiene sentido, por
ejemplo, hacerse con una moto deportiva para circular casi exclusivamente por
ciudad. Desde el punto de vista de la seguridad, la posición a los mandos y el
confort de que dispongamos serán factores determinantes a la hora de sentirnos
a gusto y facilitarnos el centrarnos en lo que de verdad es importante:
circular (que no es lo mismo que conducir).
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No sé ni cómo consigue llegar al manillar, obviamente una Kawa Ninja no es la adecuada para su complexión... Quizá una Caterpillar le venga mejor |
Son las motos tipo naked, trail y scooter las que ofrecen el mejor
equilibrio entre posición (más erguida), maniobrabilidad, variedad de potencias
y tamaños… En mi caso particular, soy consciente de que la YBR me queda pequeña; si bien
dejando a un lado mi estampa cabalgando, resulta una moto ideal para el uso
eminentemente urbano que le doy, por su economía de uso, el brío de su motorcito y su manejabilidad.
De este tema enlazamos con el del equipamiento del motorista. Legalmente
sólo es obligatorio el casco, pero hemos de ser conscientes de que la seguridad pasiva de un motorista recae exclusivamente en el ajuar que
lleve encima. De esta manera, cualquiera con un mínimo de apego por su
integridad física, acompañará el casco de guantes y chaqueta con protecciones,
como mínimo. Muy aconsejables son las botas y pantalones reforzados.
En el mercado disponemos de una amplísima variedad de diseños y precios de
todos los niveles. En mi caso particular, casi siempre voy con el equipo
completo; casco integral (los de tipo jet me dan yuyu), cazadora, guantes y la temporada pasada me hice con un discreto
pantalón vaquero reforzado con kevlar
y “preinstalación” de protecciones. Con tiempo fresco tampoco me desprendo de
las botas. Bien es cierto que en verano todo se hace más pesado y estorba, pero
para algo tengo también cazadora y guantes de verano, así como me obligo a mí
mismo a llevar el vaquero reforzado, pese al calorcito veraniego en Madrid.
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Siempre llevo esto como mínimo |
Pasamos a una sección clave de la teoría: posición, actitud, técnicas y hábitos al ponernos en marcha. Es esencial circular en una posición adecuada y saber las técnicas adecuadas para las distintas maniobras, especialmente circulando a baja velocidad. El objetivo no es otro que reeducar al subconsciente y adquirir hábitos rituales; que no tenga que “cambiar el chip” según la circunstancia, sino que mi chip sea capaz de adaptarse al momento, actuando y reaccionando de la manera precisa y adecuada a cada situación.
En este bloque se combinaron distintas enseñanzas referentes a; postura, maniobras, técnicas de frenada, movimientos del cuerpo, leyes físicas aplicadas a la moto… un compendio difícil de relatar y explicar adecuadamente aquí, por lo tanto iré soltando algunas pinceladas para completar y acompañar el relato. Para entender y aprender bien esto, lo ideal es acudir a este tipo de cursos.
Acto seguido pasamos a hacer un descanso y degustar un almuerzo. Sin darnos
cuenta se había hecho mediodía y necesitábamos coger fuerzas para lo que se nos
venía encima, pues tras el refrigerio tocaba enfundarse la equipación, “Gentlemen, start your engines” y salir a la pista.
Tras unas vueltas de reconocimiento y calentamiento, nos dividieron en tres
grupos para así turnarnos en los tres bloques de prácticas que íbamos a
acometer. En todos estos ejercicios íbamos a trabajar maniobras a baja
velocidad, simulando conducción urbana, para adquirir y practicar la técnica
adecuada.
El primer aspecto a practicar sería la correcta postura a los mandos. Exceptuando la conducción deportiva, para
casi todos los casos (conducción urbana, carretera, baja velocidad) la posición
más adecuada es la denominada “conducción
a la inglesa”. Consiste en mantener una posición erguida sobre la moto, con
el cuerpo en línea con el eje vertical de la moto. De esta manera la cabeza
siempre está en la posición más elevada posible, facilita el mirar lejos y con movimientos nada
exagerados se puede acompañar la dinámica de la moto.
Por defecto o hábito, maniobrando a
baja velocidad, los moteros (con cualquier nivel de experiencia) solemos
dejar la marcha engranada (1ª ó 2ª) e ir adaptando la velocidad con el
acelerador y, de ser necesario, frenar con el freno delantero… ¡¡¡MAL!!! La
técnica adecuada consiste en, sí, dejar la marcha engranada (lo único bien
hecho anteriormente), seguidamente mantener
un régimen óptimo de giro del motor y adaptar la velocidad mediante el embrague y el freno trasero. De esta manera, en caso de necesitar “salir” de una
situación complicada, soltando el embrague la moto responderá inmediatamente.
En la misma línea, el freno delantero no se toca para nada, pues
desestabilizaría la moto, mientras que con el trasero nos podemos ayudar para
timonear y redondear los giros.
Además de la técnica anteriormente explicada, también se trabajaba la
“mirada lejana”, esto es, mirar siempre al frente o a un punto por delante, y
de esta manera no centrarse en el que estás acometiendo en ese momento. De este
modo combinábamos la técnica de la adecuación de la velocidad y la mejora del
equilibrio sobre la moto.
En el primer bloque que me tocó, las pruebas consistían en dos slalom, uno sencillo y otro cruzado que
Silvia iba variando a cada pasada moviendo los conos a posiciones más
incómodas, complicando poco a poco las maniobras. En una segunda tanda se
añadió la dificultad de pasar a la menor velocidad posible sobre una chapa de
unos 15 cm
de ancho y 3 m
de largo.
En el segundo bloque quedamos en manos de Pepe, y la práctica se complicaba
un poco más. El circuito empezaba con, nuevamente, circular sobre una chapa a
la menor velocidad posible, seguida de un lento giro en U para acometer una
zona bacheada. A continuación venía otro slalom
de mayor velocidad que el anterior que mediante otro lento giro en U, enlazaba
con otro slalom cruzado.
En el tercer y último bloque, impartido por Dani, se encontraba dividido en
dos pruebas.
- La primera consistía en un ocho en el que practicar la aproximación y
trazada de curvas cerradas: inicio de giro, ápice y salida, fuera-dentro-fuera,
y la correcta identificación de estos puntos. Una vez le tenías cogido el
punto, Dani indicaba con un cono un punto de inicio de giro totalmente erróneo
que producía que acabaras saliéndote de la trazada o forzándote a corregir la
velocidad súbitamente. Así, cambiándolo pasada tras pasada aprendes por las
bravas a adaptarte y aprecias la importancia de la situación y la correcta
identificación de los tres puntos para realizar la trazada ideal.
- En la segunda parte de este bloque estaba la prueba más puñetera de todas
las realizadas durante el curso. Empezaba con un círculo de unos 5 m de radio al que había que
completar dos vueltas, con la vista centrada en el cono que indicaba el centro,
buscando la trazada más exterior posible y a velocidad suficiente; después
entrábamos en un pequeño circuito con “glorietas” de ínfimo radio, en el que
debíamos acometer un giro antihorario de ¾ de vuelta enlazado con un giro
horario de 450º seguido por un slalom
de bajísima velocidad y de vuelta al círculo. La complicación, y los puntos
forzados de inicio y salida de los giros hacían que aprendieras con esfuerzo, no sólo físico, a
moverte sobre la moto a la vez que en algunos momentos miras hacia un lado
mientras llevas la moto hacia otro… Intenso, ratonero, complejo, y aún así divertido y con cada pasada intentabas hacerlo mejor que la anterior.
Continuará...
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