Peugeot Test Drive en el circuito del Jarama
Hace algo así como año y medio mi compañero Ruly os relató su experiencia en un evento organizado por Peugeot y Motorpress Ibérica en el circuito de Castellolí.
Pues bien, dicho evento se ha repetido y
esta vez fui yo quien tuvo la oportunidad de sentirse piloto por un día, pero
además con el aliciente de hacerlo en el que quizá sea el circuito patrio más
histórico y representativo de este nuestro país: el Circuito del Jarama.
Quizá en estos tiempos el Jarama tenga un halo obsolescente, anticuado. Día a día nos deslumbran con Montmeló, Jerez, Ricardo Tormo
o el modernísimo Circuito de Motorland Aragón, pero no nos engañemos; el Jarama
sigue vigente. En pleno siglo XXI el Jarama acoge carreras de Camiones FIA, Open
GT, diversas copas monomarca, numerosos track days, pruebas de publicaciones del motor e innumerables eventos como
el que ocupa este artículo.
Pero por encima de todo esto, el Jarama es Historia,
una que quieren seguir escribiendo, para lo cual se ha empezado a acometer una
profunda renovación con la cual seguir añadiendo páginas.
Como aficionado he asistido a algunos eventos en este
circuito. La espectacularidad de las curvas de LeMans y la subida hacia Pegaso
son algo digno de ver; ahora me va a tocar vivirlo. El mismo fin de semana en
el que tocaba madrugar el domingo para cumplir con la tradición del primer GP de F1 de
la temporada, tocó también madrugar (un poco menos) el sábado para asistir a lo
que, una vez más, ha sido un sueño cumplido: pilotar en un circuito.
Antes que nada he de decir que mi experiencia de pilotaje se
reduce a unas pocas pachangas de karting, algún que otro desahogo/alegría con
mi pequeño E30 y muchas (demasiadas) horas perdidas con videojuegos (Colin
McRae 1 y 2, NFS Porsche Unleashed, GT4…). Con esto quiero decir que la teoría
me la sé, y la práctica hasta el momento ha sido más bien de coña, así que puede
pasar cualquier cosa.
Acompañado de mi cuñado, Jose llegamos al circuito a la hora
acordada en una agradable mañana madrileña. Mientras rellenamos la ficha de
inscripción esperamos junto al circuito de handling que han dispuesto. Dos
Peugeot RCZ-R dan vueltas en un trazado que se percibe corto pero intenso.
Tranquilidad, luego nos veremos…
Al cabo de un rato nos hacen pasar a una pequeña carpa en la
que nos ofrecen café, zumo, pastitas… cosa de agradecer porque a mí, en estas
situaciones, se me empieza a secar la garganta de la emoción. Dos cafés después
nos dispusimos a curiosear a la familia de Peugeots deportivos que habían
dispuesto a modo de exposición: 308 GT, 308 SW GT, RCZ-R y 208 GTI.
De entre todos ellos el corazón grita por el RCZ-R; habrá quien piense que el interior desmerece frente a sus hermanos por ser de una generación anterior, pero el asiento deportivo te envuelve y todo queda tan sumamente a mano que no le veo ninguna pega salvo la palanca del freno de mano, visualmente un poco en medio. Luego tenemos la imponente lógica, que nos dice que el 308 SW GT es el mejor compromiso entre deportividad y practicidad (además los familiares siempre me han hecho tilín).
Acto seguido pasamos al briefing, orquestado por Juan Ignacio Eguiara, Subdirector de la revista AUTOMÓVIL. Si aquí esperábamos algún consejo
sobre las dos pruebas que vamos a realizar, básicamente se limitó a un breve repaso sobre las normas en las tandas por el Jarama. El
acto resultó más bien la lectura del catálogo de versiones deportivas de Peugeot y una breve
descripción de los neumáticos Continental ContiSportContact que equipaban todos
los vehículos disponibles en el evento.
Considerémoslo un pequeño trámite, ya que no nos engañemos,
se trata de un evento promocional de una marca comercial. Al fin y al cabo no
hace daño y, la verdad, les perdono todo ya que pusieron el escalofriante vídeo
de “Climb Dance”, la épica subida a Pikes Peak de Ari Vatanen domando aquelbrutal Peugeot 405 T16; algo eléctrico me baja por la nuca cada vez que lo veo…
Al final del briefing sortearon dos plazas de copiloto a
bordo de un RCZ-R pilotado por Daniel Cuadrado, una pena que no me tocase… En
fin, nos dividieron en dos grupos y, con mi grupo nos dirigimos a la primera
prueba: el circuito de handling.
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Circuito de handling.
Un circuito estrecho, delimitado por conos y con un aspersor empapando dos de las curvas. Un monitor nos explica que, paradójicamente, han escogido para esta prueba el Peugeot de calle más potente de la historia, el RCZ-R; 270 CV extraídos de un pequeño 1.6 THP, diferencial autoblocante mecánico Torsen y chasis afinado.
Mientras esperamos nuestro turno, vamos viendo las
evoluciones de otros participantes, Muchos intentan apurar primera hasta el
corte, pero el cambio a segunda coincide con una frenada en apoyo, con lo cual
el trabajo se acumula. Para entonces ya tengo decidido que ha de hacerse todo
en segunda; con 270 CV y 330 Nm hay chicha de sobra. Además es lo que más adelante me recomendaron los monitores.
Mi turno: meto primera, segunda y… qué narices, vedlo
vosotros mismos:
Quizá no se aprecie pero el circuito, pese a su sencillez es
divertidísimo. El agarre y motricidad son excelentes; con nosotros dos el
conjunto superaba los 1500
kg , pero se mueve con agilidad y ligereza: apuntas con
el volante y ahí va, manoteas un poco y sigue todo bajo control. ¿Curvas con asfalto suelto y empapadas? Ni me he enterado...
Es una pena
que sólo nos dejen dos vueltas, me quedo con las ganas de colarme para una
segunda ronda, pero levanto la cabeza, veo la torre de control en obras que
preside el circuito y me doy cuenta de que aún queda el plato fuerte.
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El Jarama
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Así a ojo, en esta foto hay unos 1600 CV |
A través de un box accedemos al pit lane. Allí indican a los “pilotos por un día” que subamos a un 508 (me encanta el restyling que le han hecho) para acompañar al monitor que liderará nuestra tanda. Echo un poco de jeta y me cojo el asiento del copiloto, quiero verlo todo bien, dentro y fuera… ¡porras, es automático! No importa, al fin y al cabo se trata de un HDi, así que la información que pudiera sacar de ahí no iba a servirme para mucho.
Arrancamos y Carlos, nuestro monitor, nos indica las
“normas” a seguir: no es una carrera, no adelantarse, circular en grupo… Él
mismo se encargará de adecuar el ritmo: si ve que tiramos: tirará, si alguno se
queda rezagado: levantará. Al fin y al cabo, hay tres grupos de Peugeots
deportivos distribuidos por el trazado y, como he dicho antes, es un evento
promocional, no un track day.
Ya estamos en la pista, las trazadas están marcadas por
conos de entrada, ápice y salida. Reina el silencio, pues los tres futuros
pilotos estamos empapándonos de todo lo posible: sólo tenemos tres vueltas y
hay mucho que aprender. En el primer paso por la recta ya estamos algo más
relajados y compruebo que mi mayor temor, la apurada de frenada de final de
recta no es tal, ya que Carlos levanta muchísimo antes y alarga la frenada.
Recuerdo la demo de un videojuego cuyo nombre no recuerdo que traía el Jarama…
no conseguí trazarla bien ni una sola vez. No se van a arriesgar a que acabemos
amontonados en las puzolanas cual Spa lluvioso. Lo mismo hace en la traicionera Bugatti, ¡gracias!
Tres vueltas de aprendizaje, consejos y muchos nervios,
volvemos al pit lane y bajamos del 508. Detrás del mismo ya están parados tres
RCZ 1.6 THP de 200 CV. Hubiera preferido el 208 GTi Aniversario por su ligereza
a igual potencia, pero no podemos elegir y, en el fondo, tampoco importa.
Raudo escojo el último, de un precioso color granate. Aunque sea más fácil quedarme descolgado, sólo quiero estar pendiente de lo que
tenga delante y no de quien venga detrás. Nos acomodamos y antes de poder
pensarlo mucho, todo está OK y enseguida nos ponemos en movimiento. No he
podido curiosear dónde está el botón del ESP y me ha parecido que el
climatizador estaba encendido, pero ya no voy a tocar nada.
Al iniciar la marcha por el pit lane, la rumorosidad en baja
recuerda a un diesel, no sé si sólo me pasa a mí, pero parece algo habitual en
coches modernos. Salimos a pista, decisión en el pie derecho y cualquier
parecido con un Ciclo Otto queda revoluciones atrás:
Ahí lo tenéis, mis vueltas al Jarama, no seáis muy duros; es
mi primera vez en circuito. La primera vuelta está plagada de errores, los
nervios, la emoción… Las dos vueltas siguientes también, pero ya son otra cosa. Con el paso de las curvas me siento más
cómodo y concentrado. Contínuamente tienes la sensación de que frenas pronto y mal, de que no te tiras al vértice en el momento adecuado, de que ese cambio de marcha lo podías haber hecho con menos torpeza... Sólo quiero seguir y no bajarme del coche.
Únicamente recuerdo haber mirado dos veces el velocímetro: a medio
camino entre Pegaso y Ascari, 135
km/h en 3ª, y en uno de los pasos por la recta,
174 km/h
en 4ª. No sé si en algún momento superé estos valores, tampoco a qué rpm corta el voluntarioso 1.6
turbo; no tengo ni idea, cambiaba de oído y sólo intentaba frenar algo más
tarde que el coche que me precedía, que era mi mayor referencia.
Aún así pude sacar algunas conclusiones del RCZ.
Primero: ojalá hubiera sido un RCZ-R; suena a flipado pero
200 CV se quedan cortos en circuito.
Segundo: matizando el primer punto, no es todo cuestión de equinos. No hemos de olvidar que se trata de un coche de calle, los desarrollos del cambio no están
pensados para esto. En la subida a Pegaso se hace patente cómo la 2ª se quedaba
sin fuelle y la 3ª era demasiado larga. En la recta sólo llegué a engranar 4ª.
De todas formas el monitor se encargaba de que no “volásemos”.
Tercero: ojalá hubiera sabido desconectar el ESP, o que al
menos este tuviera un modo Sport más permisivo. En los tres pasos por LeMans
quería trazar la salida dejando al coche irse hacia afuera subvirando un poco,
pero el ESP se encargó una y otra vez de cortarme el gas y matarme la subida a
Pegaso.
Cuarto: quizá el RCZ no sea un coche para un track day, pero
es rápido y muy satisfactorio a los mandos. En mi opinión está conceptuado un poco como un Alfa Romeo; las sensaciones prevalecen sobre las prestaciones. El volante es pequeño y manejable, el cambio responde a la perfección, la consola te arropa sin agobiar dejando todo a mano y a la vista. Es un coche que no sólo gira cabezas en el exterior, el interior hace que no tengas prisa por bajar.
Pero, ¿sabéis? Nada de esto me importa. Me da igual que el
ESP me cortara las alas, o que el monitor no nos dejara jugárnosla en Nuvolari
o Bugatti (una vez más, gracias). Me lo pasé como un enano apurando la frenada
en LeMans y trazando esas curvas enlazadas que tanto espectáculo dan a las
gradas. He estirado las marchas saliendo de Monza y seguido a fondo para
encarar la recta. He disfrutado, y eso es lo que cuenta.
En definitiva, una gratísima experiencia que espero repetir
algún día. Invito a todos a aprovechar estas oportunidades que nos brindan
marcas y publicaciones, no os arrepentiréis. Yo sólo quiero volver a repetirlo.
- Agradecimientos:
A Ruly por el chivatazo.
A Jose por hacer las veces de cámara.
A Peugeot España, la Revista Autopista
y a todos los monitores y responsables que organizaron y llevaron a cabo el evento. En un entorno agradable hicieron que a esta jornada sólo le encontrara una única pega: ¡¡¡quiero más, más y más vueltas!!!
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